La evolución del retrato en fotografía y pintura sigue caminos similares durante la segunda mitad del siglo XX. Ferreira Gullar decía que la pintura había muerto después de que el concretismo introdujera el “blanco sobre blanco” en la pintura. Pero pronto el Neo Concretismo amplió radicalmente los horizontes del Arte, mediante el uso de instalaciones e intervenciones.
Veo la misma línea de razonamiento, en relación con los retratos, en el arte de Isabelle Prado. Lo considero parte de una nueva generación de fotógrafos con complejidad visual, estética multifacética y antinarrativa. Son fotos que reflejan muchas tradiciones de la fotografía en una misma imagen y van más allá de los estudios de color, textura y volumen. Eligió los cuerpos como medio para expresar poéticas abstractas.
Si el retrato fue creado con fines de identificación, en su arte el objetivo es la fragmentación. Como una especie de rompecabezas que tiene sus piezas desordenadas después de formada la imagen, Isabelle Prado parece desmantelar su fotografía a través de su proceso creativo.
El choque entre el lenguaje fotográfico y la realidad dinamiza el proceso de creación, recepción y amplía nuestra relación con el arte. Este diálogo es estimulante y, junto con otros movimientos artísticos innovadores, abre nuevos horizontes en la expresión visual.
