“Las damas de Avignon” (Les Demoiselles d’Avignon) del pintor español Pablo Picasso fue una de las pinturas que marcó el surgimiento del cubismo en 1907. La pintura y la fotografía, a diferencia de la escultura, representan la profundidad y el volumen a través de medios visuales.
Una de las características del cubismo es la fragmentación de las figuras y su representación a través de formas geométricas. Imagina que estás en una intersección de varias avenidas y no puedes mirar simultáneamente a todos los lados. El artista cubista fragmenta todos estos lados y arroja los pedazos a la imagen.
Gustavo Minas utiliza esta misma estrategia en la producción fotográfica contemporánea. Crea una fotografía cubista a través de la superposición de personas, paisajes y objetos. La fotografía tiene varios puntos de vista simultáneos y permite percibir la convergencia de fragmentos en el resultado visual.
Observamos las escenas a través de ligeras distorsiones. Estos pliegues son los espacios entre los personajes, los objetos y el paisaje que aparecen como reflejos, sombras y contrastes.
El cubismo en la fotografía de Gustavo Minas aborda el cine como la secuencia de imágenes en movimiento. En su caso, vemos la película en la misma imagen, y nuestros ojos son los guías en la sucesión de escenas.
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